Lo normal cuando uno acude a que le firme Ibáñez es esperar. Un rato largo. Pues las colas que se forman con este señor son inmensas y producen urticaria al más pintado. Gente de toda edad y condición. Niños, muchos niños. La cosa viene de lejos. Seguramente la popularidad de las películas de Estudios Vara alimentó el fenómeno.
En la historieta "Operación bomba" ya se reflejaban los padecimientos del autor. Y es que Ibáñez quiere contentar a todos sus fans, por lo que las sesiones de firmas se convierten en maratonianas, hasta que viene el encargado de cortarlas, y con mala cara, despacha a últimos agregados y a los que estaban por llegar. Salones de comics, ferias de libros, el Corte Inglés... Pero traerlo a que firme no es barato, para nada, no todos se lo pueden permitir, pero luego les sale rentable, el lleno es absoluto.
Le preguntan que qué hace a esta edad al pie del cañón e Ibáñez responde:"El día que vea que esto del Mortadelo empieza a flaquear, me marcharé sin que nadie me lo pida, pero cuando veo las colas que se forman en las firmas de mis libros, que vienen grandes y pequeños con los ojos como platos, y con una ilusión increíble, tengo que pensar que mientras esto dure... vamos a mantenerlo, y yo sigo".
Vean una firma con monigote y un monigote sin firma y juzguen ustedes si la espera valió la pena.
Le preguntan que qué hace a esta edad al pie del cañón e Ibáñez responde:"El día que vea que esto del Mortadelo empieza a flaquear, me marcharé sin que nadie me lo pida, pero cuando veo las colas que se forman en las firmas de mis libros, que vienen grandes y pequeños con los ojos como platos, y con una ilusión increíble, tengo que pensar que mientras esto dure... vamos a mantenerlo, y yo sigo".
Vean una firma con monigote y un monigote sin firma y juzguen ustedes si la espera valió la pena.
Y tanto que merece la pena la espera para tener dedicado en casa un dibujo y firma a pulso de este genio de la historieta
ResponderEliminarY ademas de merecer la pena, da envidia ;)
ResponderEliminarJé, la araña es un clásico en las dedicatorias.
ResponderEliminarA mí sí que me mereció la pena esperar e intercambiar unas breves palabras con él ,es más me hubiese quedado horas para ver la cara de los niños y no tan niños delante de esta leyenda con gafas.
Si la envidia fuese tiña, yo tendría la piel a tiras. ¡Quiero un mortadeloooo!
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