Uno de los recursos que Ibáñez empezó a usar en las historias de Mortadelo, cuando los agentes se integraron en la TIA, fue el de comenzar la aventura de turno con un chascarrillo ajeno a lo que iba a pasar después, que no formaba parte de la trama, pero que suponía un buen punto de arranque del festival del humor que vendría a continuación. Ya fuera con entradas secretas, con huidas a los sitios más remotos, con malentendidos con el Super, con humillaciones entre los agentes o de éstos con Ofelia, por poner algunos ejemplos. Hasta hoy en día sigue echando mano a esos recursos, atemporales e indiscutiblemente geniales. Quizás los mejores sean los de las entradas secretas y el de las contraseñas, y es a este al que se le dedica entrada hoy, y las que hayan de venir, pues material hay para rato.
Comienzo con una contraseña poco conocida, aparecida en la historieta corta "pruebas de aptitud", en la que los agentes deben demostrar su valía al Súper superando todo tipo de pruebas. Las hay más conocidas, tipo "hotentotes", pero que eso no quite para que todas tengan un regustillo al mejor Mortadelo, el de siempre, el clásico.
3 comentarios:
Bueno, hay quien ganó una cuantiosa suma de dinero con la contraseña del "hotentote", pero yo gané el reconocimiento privado de mi familia, allá por los siete añitos, diciendo esta contraseña de "los tipos que fuman puro" en una reunión familiar.
"¡Qué gracioso es el niño!" y todas esas cosas.
Eran otros tiempos...
Cuando años ha, de vacaciones en el pueblo, mis hermanos y yo jugábamos con mis primos, les hacíamos decir "ese tipo tan bajito tiene cara de cerdito" para que pudiesen entrar en nuestra habitación. Y nuestros padres también: "Qué graciosos estos niños"... jaja
Son geniales las contraseñas de la serie, recuerdo momentos absolutamente antológicos leyendolas por primera vez, y luego al recordarlas posteriormente mientras redactaba El Mundo de MyF. Otro tema al que Ibáñez le saca mucho juego es el de las entradas secretas, muchas suelen ocupar la primera página dando lugar a las escenas más subidas de tono absurdo de la obra ibañezca.
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