Lo de hacer ripios no fue solo cosa de Raf o Vázquez, pues otros muchos autores de la casa Bruguera tuvieron el honor de demostrar sus dotes poéticas en historietas por lo general de una sola página. Quizás era una imposición desde arriba, no en vano la elaboración de una historieta de estas características debía ocupar más tiempo del habitual.
A Ibáñez le tocó muy temprano ponerse con las rimas, aunque no se prodigaría mucho en estos menesteres, sobre todo tras el éxito de sus personajes principales, momento en que se pone con el agua al cuello de trabajo.
Ahí nos quedan un puñado de páginas con desventuras de tipos anónimos a ritmo de verso, y la verdad es que no se le dio nada mal el asunto.
Ahí nos quedan un puñado de páginas con desventuras de tipos anónimos a ritmo de verso, y la verdad es que no se le dio nada mal el asunto.
Vean este vacacional ejemplo, aparecido en el Pulgarcito extra de vacaciones 1959. Los ripios tuvieron a un protagonista, que bien podría ser considerado como el predecesor de Rompetechos, un personaje cortísimo de vista, modelo tan querido para su autor, y que al igual que lo que le sucede al mencionado en algunas aventuras veraniegas, provoca que sus vacaciones se vayan al traste.
1 comentario:
JAJAJAJA: "Y como era de esperar, se encaminan hacia el mar".
Genial.
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