
Desde el 24 de octubre de 1977 hasta el 2 de enero de 1978 apareció serializado en la revista Mortadelo la aventura titulada Mundial 78. Las peripecias de los agentes vuelven a trasladarse a un marco real y deportivo, al igual que hicieron en las Olimpiadas de 1972 (aunque en estas se le cambió el nombre a la localización, Munich, por el de Gatolandia). Esta vez tocaba fútbol en Argentina, y quizás por sugerencia de un alto cargo o simplemente para aprovechar el evento, ibáñez, sin ser muy ducho en el deporte rey, se puso manos a la obra con ello, y le salió redonda cual esféricobalón.
PrecedentesEn más de una ocasión Ibáñez ha manisfestado que el de fútbol no sabe nada, y que le importa un pimiento, pero las circunstancias mandan, y los fans no se quedan sin su ración cuatrienal. Pero Ibáñez, en 1977 no era un novato precisamente en lo de crear chistes futbolísticos. Existe el precedente de la historieta de 4 páginas de 1976, ¡a por ese balón!, aparecida en Mortadelo especial fútbol (nº 4), con los agentes causando desaguisados con la selección. Pero además el autor se había curtido con multitud de viñetas y páginas de chistes alrededor del mundo del fútbol, aparecidas a finales de los 50 y durante los 60 en revistas como el DDT o el Campeón de las Historietas. También hizo sus pinitos con personajes como Balín y Balón, todo unos peloteros, o Godofredo y Pascualino, representantes de deportistas.
Ibáñez opina del fútbol
En la entrevista de U, el hijo de Urich, Ibáñez opinaba: "¡Yo he odiado toda mi vida el fútbol y no sé cuantos Mundiales he hecho!""¡Qué coño voy a ver partidos de fútbol!, ¡Sería una locura!" respondía a la pregunta de si se documentaba para sus trabajos. Esto da a entender que lo que al principio fue una aventura basada en un acontecimiento deportivo, por el mero hecho de darle un entorno nuevo a las aventuras del dúo, más tarde, y debido al éxito, se convirtió en una imposición editorial que hacía bien poca gracia a su autor.

La historia
El Súper encarga la misión de salvaguardar el Mundial de Fútbol, que corre peligro, ya que la República africana de Mondongo quería organizarlo, pero la F.I.A no les aprobó "las instalaciones" y ahora buscan venganza. Con esta premisa, los agentes viajan via aérea camuflados con la selección hacia Argentina (sólo se nombra este pais cuando han de realizar un viaje a Córdoba, y se confunden de sitio), y ayudados por los inventos de Bacterio, las catástrofes consiguientes no se harán de rogar.

El álbum
Sin dar respiro, se encadenan gags hilarantes, pero que dan un sentido a la historia y la hacen avanzar. Al contrario que en álbumes más modernos, aquí se planifica la historia. Y es narrada fluidamente: se les presenta la misión, se les enseña a dar balonazos, con el entrenamiento en las afueras correspondiente, se suben al avión donde la armarán, como suele pasar, van a la inauguración del Mundial, juegan el primer partido contra Australia, prueban inventos, segundo partido contra Noruega, viaje hacia Córdoba, partido contra Melanesia, partido contra Escocia y final contra Alemania, con un epílogo dónde se nos cuenta qué fue de los mondongueños. 44 páginas repletas del mejor humor de un Ibáñez ilimitado de ideas y en plena forma.

Los gags
El uso de Bacterio acompañando a las dos desgracias con patas se supone como un acierto y un giro refrescante en las aventuras Mortadelo y Filemón. Luego este recurso será utilizado hasta el cansancio en las correspondientes hazañas futbolísticas y olímpicas, sobre todo en la etapa moderna. Pero aquí los inventos no se comen el terreno. Ibáñez nos obsequia con otros gags de antología. Hay uno en concreto que para mi se me hace si no el mejor, sí uno de los más grandes: Mortadelo escondido tras una piedra, esperando oir insultos contra su persona, para salir refunfuñando. Insuperable.
Otros hallazgos: el de despertarse en medio del cesped de un estadio repleto de público, gag que será reutilizado en otra joya de Ibáñez: En Alemania, pero cambiando estadio por un teatro abarrotado. El comportamiento de los escoceses también inspirará el el título antes mencionado.
Secuestro aéreo también toma nota dell vuelo que aquí se toma hacia Argentina. Se da el caso de que la sufrida azafata será retomada por los negros de Ibáñez en unas cuantas historietas. Los partidos son lo de menos, y absurdos en si mismos, Juntando todas las páginas de fútbol, apenas llegarían a la docena. Precisamente este es uno de los aciertos del álbum, el equilibrio en todo lo que sucede. Nada se vuelve repetitivo, todo es muy fresco y muy ágil.
Sin duda, sobresale el viaje en autocar, todo el capítulo en si (Ibáñez se informó de que se jugaba en Córdoba, aparte de en Buenos Aires, Mendoza, Rosario y Mar del Plata). Una obra maestra del humor contada en 4 páginas. Más de uno pagaría para que a nuestra selección nacional la trataran así, a ver si se espabila.

La multitud violentaHe dejado este gag aparte, por que lo considero el más importante de toda la historia, el más memorable y el más imitado a posteriori ( existe un precedente de violencia en el fútbol por el propio autor, que guardo para ponerlo en su entrada, ya veréis). El grado de detallismo sádico es único, hecho con mala baba incluso, que obliga a detenerse en ese punto de la narración para recrearse un rato largo. El autor repetiría viñetas del estilo en posteriores creaciones, ya fueran de fútbol o de otra cosa (me viene a la cabeza el saloon de ¡Silencio, se rueda! (1996).
La multitud en los aledaños del estadio también es digna de reseñar. ¡Cuánta gente cabe en una viñeta tan pequeña!. Y el tipo orinando sobre otro anunciaba los futuros logros del autor en el campo escatológico.
La viñeta más cochante
La caricatura de Suárez, que acompaña al combinado nacional, se sienta en el palco ¡junto a Adolf Hitler, como máximo cabecilla del equipo alemán!. Eso es tener mala idea.
Mundial 78En la realidad España cayó a las primeras de cambio, y la final la ganó Argentina a Los Países Bajos. El álbum fue creado casi medio año antes de que se produjese el evento y claro, Ibáñez no sabía qué equipos participaban.

Calidad técnica
Echando mano del dibujo más ágil que podía demostrar en la época, en el Mortadelo, se puede calificar de sobresaliente. Expresivo y correcto en todo momento. El entintado, supuestamente ajeno (en las caras de la multitud se puede ver algún trazo poco Ibañezco), le cae a la medida al relato.
El color merece una aclaración. Cuando se publicó serializado, la historia estaba correctamente coloreada, y la selección española portaba sus colores rojo y azul. En una edición Olé posterior hubo un cambio de cromatismo, como pueden observar en la viñeta adjunta. Horripilante a la vista, Ediciones B restituyó los colores auténticos (ahora hechos por ordenador) en las últimas ediciones, Olé y Superhumor especial Mundiales.
Consideraciones finalesUn álbum de gran calidad, una sorpresa para quienes lo leyeron en su época. El resto de Mundiales (a excepción de México 86, que cayó en manos apócrifas por la ausencia de Ibáñez de Bruguera), quedan a la altura del barro en comparación. Pero es que es difícil igualar una historia tan a rebosar de humor, el mejor del que gozaron los agentes de la TIA.

Esta entrada está dedicada a Sett.